Y todas y cada una de sus noches, en su cabeza, se sucedían los mismos pensamientos;
Un miedo al error, al ridículo, a fallar delante de la gente. Prefería no hacer nada por si acaso lo hacia mal, así que vivía sin hacer nada, era como si viviera su propia vida en tercera persona. No actuaba, solo miraba.
Pero luego cada noche se arrepentía de ser así, imaginaba como serian las cosas si exteriorizara lo que pensaba y sentía, si actuara en la realidad como lo hacía en su cabeza. Todo sería tan distinto.
Y aunque quisiera no podía, había un fuerza superior a ella que se lo impedía. Dijo mil veces que ese iba a ser su día, y no, pasaron meses y ese día nunca llego. Ya no sabia si seguir intentando cambiar o rendirse ante aquella parte de ella misma, estaba agotada.
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